La escalada arancelaria entre Estados Unidos y China ha alcanzado un nuevo punto álgido en abril de 2025, con la imposición por parte de Washington de aranceles de hasta el 245% sobre productos importados desde China. Esta medida, que incluye un arancel recíproco del 125%, un 20% adicional relacionado con la crisis del fentanilo y otros gravámenes que oscilan entre el 7,5% y el 100% para abordar prácticas comerciales consideradas desleales, ha sido recibida con firmeza por parte de Pekín. El gobierno chino ha declarado que no prestará atención a lo que denomina el “juego de cifras arancelarias” de Estados Unidos.
A partir de los inicios de 2025, el gobierno de Estados Unidos ha ido elevando gradualmente las tarifas sobre productos provenientes de China. El 1 de febrero, se impuso una tarifa inicial del 10% sobre todas las importaciones chinas, decisión que fue seguida por incrementos posteriores en marzo y abril, llegando a un 145% antes del último aviso. En reacción, China ha establecido sus propias tarifas sobre productos estadounidense y ha detenido exportaciones de minerales y componentes cruciales para sectores fundamentales como el automovilístico, el de defensa, el aeroespacial y el de semiconductores.
Pekín ha enfatizado que cualquier diálogo comercial debe basarse en el respeto mutuo y la igualdad. Además, ha presentado una queja ante la Organización Mundial del Comercio, acusando a Estados Unidos de violar las normas internacionales de comercio. En un movimiento estratégico, China ha designado a Li Chenggang como nuevo negociador comercial, reemplazando a Wang Shouwen.
La comunidad global mira con inquietud el aumento de este conflicto en el comercio entre las dos economías más grandes del planeta. Las acciones tomadas por ambas naciones podrían tener un impacto considerable en las cadenas de suministro mundial y en la estabilidad económica internacional. Por su parte, Estados Unidos ha expresado su disposición a lograr un pacto comercial, pero recalca que China debe tomar la iniciativa.
En este contexto, la postura de China de ignorar las amenazas arancelarias de Estados Unidos refleja una estrategia de resistencia frente a las presiones externas, buscando mantener su soberanía económica y política en medio de una creciente tensión comercial.