Blinken llega a Israel para contener la guerra mientras aumentan las muertes en Gaza y los ataques en Líbano | Internacional
El secretario de Estado de EE UU, Antony Blinken, llegó en la noche de este lunes a Israel con la ardua misión de contener la guerra en Gaza: tanto el rampante balance de bajas, que supera ya los 23.000 muertos en tres meses de conflicto (el 1% de la población gazatí), como que las hostilidades se extiendan por la región. Al aterrizar en el aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv, le esperaba la noticia de que cerca de 250 palestinos habían muerto en los ataques registrados durante las 24 horas anteriores, la cifra más elevada en una semana. También resonaba aún el eco de la intensificación de los bombardeos israelíes en el sur de Líbano contra objetivos de Hezbolá, en los que han muerto desde el sábado al menos ocho milicianos chiíes, entre ellos Wisam al Tawilk, comandante de la fuerza de élite Radwan, responsable del lanzamiento de cohetes hacia el norte de Israel.
Blinken, que acaba de recorrer las principales capitales de Oriente Próximo, y aún tiene que visitar Cisjordania y Egipto para completar su gira diplomática, es recibido también en Israel sin una respuesta clara del Gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu a las demandas de Washington sobre el futuro del enclave palestino tras la contienda. Israel viene anunciando desde el viernes planes para una posguerra en la que los palestinos solo contarían con una administración limitada sobre el enclave costero, que permanecerá bajo control militar israelí.
El ejército ha dado por desmantelada la estructura militar en el norte de la Franja, arrasado tras semanas de combates y de donde han huido más de un millón de civiles, casi todos sus habitantes. Su portavoz jefe, el contralmirante Daniel Hagari, declaraba a The New York Times horas antes de la llegada de Blinken que las Fuerzas Armadas han iniciado “una nueva fase, menos intensa” en la invasión de Gaza, con un menor número de tropas sobre el terreno y menos bombardeos aéreos. Poco después, el Ministerio de Sanidad gazatí informaba de la muerte de 247 palestinos, el balance más letal en lo que va de año, en los ataques israelíes registrados entre el mediodía del domingo y el del lunes.
Decenas de miles de reservistas israelíes están siendo desmovilizados ante el fin de las operaciones militares a gran escala en el norte. El pasado viernes, el ministro de Defensa, el exgeneral Yoav Gallant, anunció la puesta en marcha de la tercera y última fase de la guerra, en la que las tropas se concentrarán en atacar objetivos determinados en el centro y el sur de la Franja, donde se hacinan cientos de miles de desplazados por el conflicto.
Parar la “metástasis”
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Blinken deploró el domingo en Jordania “la tragedia” que sufren los civiles gazatíes en una guerra que lleva camino de experimentar una “metástasis” en Líbano, Cisjordania o el mar Rojo. Las divisiones internas en el Gobierno de emergencia que decide sobre el conflicto en Israel parecen haber impedido la aprobación del llamado “plan del día después” presentado por el ministro de Defensa. Ministros radicales, como el ultranacionalista Itamar Ben Gvir, han propuesto “animar” a los palestinos de Gaza a que se marchen a otros países y a reinstaurar los asentamientos de colonos judíos que fueron demolidos en 2005 en el enclave. Otros ministros centristas, encabezados por el exgeneral Benny Gantz, están boicoteando las sesiones del Gabinete mientras son invitados a abandonarlo por el líder de la oposición, el ex primer ministro Yair Lapid.
El portavoz militar Hagari también advirtió en una entrevista con The New York Times que si no se alcanza una salida diplomática para que Hezbolá se retire de la zona más próxima a la frontera de Líbano con Israel, la aviación de combate se limitará a “copiar y pegar” la estrategia utilizada contra Hamás en Gaza. Tras el ataque con más de 60 cohetes que causó el sábado graves daños en el Centro de Control Aéreo de Maron, en la zona fronteriza, la aviación de combate israelí ha replicado con oleadas de bombardeos.
En el mismo frente del norte, el primer ministro Netanyahu ha arengado este lunes a soldados originarios de la zona, que permanecen en sus puestos mientras sus familiares han sido evacuados lejos del alcance de los cohetes disparados desde Líbano. “Hezbolá ya cometió un error en [la guerra] de 2006, y va a volver cometerlo ahora”, alertó Netanyahu.
En la Franja palestina, cerca del 90% de la población se ha visto desplazada de sus hogares, mientras los últimos hospitales en servicio en el centro y el sur del territorio están siendo evacuados ante la proximidad de los combates. La Organización Mundial de la Salud ha informado a su vez de la salida de 600 pacientes ingresados en el hospital Al Aqsa de Deir al Balah, en la zona central del enclave. Unos 8.000 heridos se encuentran en Rafah a la espera de poder ser tratados en Egipto. Más de un millón de personas se ven amenazadas además por la hambruna, según ha advertido este viernes la ONG pacifista israelí B’Tselem.
El ejército, mientras tanto, aseguró que había descubierto una planta subterránea de fabricación de cohetes de medio alcance en el campo de refugiados de El Bureij, al sur de la capital de la Franja. “Los combates continuarán durante 2024 en Gaza”, se ha limitado a confirmar el contralmirante Hagari sin hacer aclaraciones sobre la duración del conflicto.
La guerra parece lejos de haber entrado en una nueva fase en Gaza, como aseguran los portavoces castrenses ante la creciente cifra de bajas mortales y la desesperación de miles de heridos que ya no pueden ser atendidos en los hospitales. La ofensiva se cierne ahora sobre Jan Yunis (la mayor zona urbana del sur) y Rafah, en el muro de la frontera contra el que se agolpan los desplazados. Más de 65.000 viviendas han sido destruidas en tres meses de guerra y otras 300.000 han sufrido daños importantes. Medio millón de gazatíes no tendrán adonde regresar cuando concluya la contienda. La carencia de alimentos y agua, medicinas y ropa de abrigo amenazan ya al resto de la población.
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